• UN CLAMOR Y UN LAMENTO

  • Dec 28 2024
  • Length: 2 mins
  • Podcast

  • Summary

  • Lee Mateo 2:13–23

    Una canción popular de Navidad describe esta temporada como “la época más maravillosa del año”. Lamentablemente, esto no es cierto para todos. Mateo 2 es un recordatorio revelador de que la venida de Cristo no fue todo cantos de ángeles y celebración. De hecho, los eventos que Mateo narra en estos versículos anticipan la gran división de la que Jesús hablaría más tarde. En Mateo 10:34, advierte: “No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada”. Jesús también describió vívidamente este conflicto en la parábola de los labradores en Mateo 21:33–45.

    Herodes intentó usar a los magos para descubrir el paradero de Jesús y así poder ejecutar a un potencial rival por el trono. Esto no era inusual para Herodes, quien ya había dejado un rastro de sangre detrás de él y eventualmente asesinaría a sus tres hijos mayores. Cuando Herodes “se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él”, recurrió a la ejecución en masa (v. 16). Pero Dios había previsto esta acción, advirtiendo de antemano tanto a los sabios como a José (vv. 12–13). Mateo vio en esta tragedia un reflejo del dolor anterior de Israel. Cuando Mateo dice que estas cosas “cumplieron” lo que el profeta había escrito en Jeremías 31:15, indica que Dios no estaba sorprendido por ninguna de las acciones de Herodes.

    El plan de Dios tiene en cuenta cualquier eventualidad que podamos enfrentar. Cada contratiempo, tragedia o acción mala contra nosotros se toma en cuenta. Dios no fue responsable del plan malvado de Herodes. Pero tampoco fue su rehén. Las palabras de Jeremías también son evidencia de que Dios no desestima a la ligera el dolor que deja a su paso el daño colateral del pecado. Aquel que cuenta los cabellos de nuestra cabeza también lleva un registro de nuestras lágrimas (Mateo 10:30; Salmo 56:8).

    • ¿El dolor te dificulta celebrar la temporada? Descanse en la promesa de que un día Dios enjugará toda lágrima de los ojos de Su pueblo (Apocalipsis 7:17; 21:4).

    Ora con nosotros

    Jesús, ¡viniste a un mundo lleno de tragedia! Viste muchas lágrimas y también lloraste. Qué consuelo es para nosotros saber que Tú conoces y entiendes nuestras lágrimas y nuestra pérdida, y que enjugarás cada lágrima cuando te veamos cara a cara.

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