*REFLEXIÓN DEL DÍA*
«No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor» (Romanos 12:19).
Recuerdo una vez que tomé un taxi en una ciudad, y me alegré mucho cuando el taxista se identificó como cristiano. Pero, mientras íbamos de camino un motorista pasó muy cerca de su vehículo y noté que a partir de ese momento su semblante le cambió de inmediato e intentó atropellarlo. Aproveché la oportunidad para exhortarle y tratar de que estuviera de buen ánimo. Sin embargo, su respuesta fue la siguiente: «Varón, yo le voy a decir la verdad, yo soy un cristiano al estilo el rey David; a cualquiera le doy para abajo». Quizás, al igual que ese taxista, muchos piensen así y justifiquen su mal proceder en personajes bíblicos mal entendidos y sacados fuera de contexto. Como cristianos estamos llamados, si es posible y en cuanto dependa de nosotros, a estar en paz con todos los hombres (Romanos 12:18), pero habrán situaciones donde se hará imposible hacer la paz con todos, pues aun nuestro Señor Jesucristo tenía opositores que procuraban su mal y querían apedrearlo (Juan 11:8).
Hay creyentes que erróneamente piensan que evitar un pleito consiste en decir: «Dejemos eso así, además, tú no me conoces. Yo soy cristiano, sí, pero no pendejo y no me dejo dar de nadie. Así que, no te apures, yo sé cómo le voy a orar a Dios». Es una insensatez pensar que se puede evitar un pleito con altanería y utilizando amenazas. Contrario a lo que hizo Jesús, «quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente» (1 Pedro 2:23). Pero, hay algunos principios que con la ayuda del Espíritu Santo, nos pueden ayudar a evitar que se desarrolle un pleito:
1. *Mantener la Cordura*.
La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa». (Proverbios 19:11). Para mantener la cordura hay dos acciones que son vitales:
a. *Responder sin Aspereza*.
«La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor» (Proverbios 15:1). Una clara evidencia de que tenemos dominio propio es cuando sabemos responder sin ser dominados por la ira.
b. *Hacer Silencio*.
«Si neciamente has procurado enaltecerte, o si has pensado hacer mal, pon el dedo sobre tu boca» (Proverbios 30:32). Hay ocasiones donde debemos evitar el hablar para poder pensar con cordura y a no precipitarnos (aunque sea utilizando blandas respuestas), pues hay tiempo de hablar y tiempo de callar.
2. *Huir de la Tentación*.
«Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa» (Mateo 5:40). Este es un llamado para aquellos que toman la iniciativa en un pleito.
3. *Pagar con Bien*.
«Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra» (Mateo 5:39). Obviamente, aquí se está hablando de no pagar con la misma moneda para poder vencer el mal con el bien.
Ahora bien, si agotas todos los procedimientos para mantener la paz pero aun así eres agredido ¿Cómo debes reaccionar? Es bien sabido que hasta el animal más indefenso actúa en defensa propia para proteger su integridad física; sólo que en el caso nuestro deberíamos accionar con la finalidad de inmovilizar o detener al agresor de modo que el pleito sea sofocado antes que pase a más, y nos dejemos llevar de la ira; dando lugar al Diablo. Definitivamente este es un caso en el que ninguno de nosotros quisiera estar envuelto, sobre todo aquellos hermanos que son propensos a la ira y que no tienen paciencia. Esta es una de las razones por la que constantemente debemos pedir al Señor en oración: «Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal». El enemigo intentará por todos los medios ponernos en situaciones belicosas, pero con la ayuda de Dios debemos ejercitarnos en mantener la cordura, huir de la tentación y pagar con bien.
PIENSA EN ESTO
¿Cómo reaccionas cuando te ofenden?
RECUERDA ESTO*
«No entres apresuradamente en pleito, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado» (Proverbios 25:8).
> Smaily Rosario
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