Episodio 48
Del amor y otros fenómenos, vistos en la distancia: Juan José Becerra y Matías Candeira
Juan José Becerra, uno de los nombres mayúsculos de la literatura argentina actual, regresa con una novela de título escueto: Amor (Candaya). Con un libro de relatos, el género donde se sabe autosuficiente, Matías Candeira sorprende con una mirada esquinada sobre lo humano en Un dios con el estómago vacío (Almadía). Y aquí están las charlas que mantuvimos con ellos días atrás. En la calle había niños, balones y gaviotas, y todavía no nos había llegado el frío.
1. Entrevista a Juan José Becerra: Min. 4:44
La mirada de Juan José Becerra se ubica en el futuro, a cien años vista, cuando el amor es un concepto desviado que ya nada tiene que ver con el romanticismo que -pese al reggaetón, Tinder y otros vectores- todavía persiste en el imaginario colectivo. Según el texto, en 2.123, tal como habían acordado los interesados, se abrirá la caja donde se habrá conservado el relato de una historia de amor vivida por una mujer y un hombre, escrito por un tercero que, de común acuerdo, ejerció como cronista de cuanto estaba sucediendo. Entre la sorpresa que provoca aquello que se escruta, Juan José Becerra camina por los vericuetos de la pasión amorosa, con la ayuda a veces de Roland Barthes y, otras, del artista Juan Gabriel. Como parece decir Becerra, tal vez entre el Estructuralismo y lo camp haya una conexión secreta a la que hacía falta atender.
2. Entrevista a Matías Candeira: Min. 35:30
El dios con el estómago vacío de Matías Candeira aparece explícito en uno de los relatos, pero no se tarda en descubrir que la suya es una presencia que se expande al resto de historias. Con predominio del protagonista working class, el tema en cada uno de ellos puede ser la amenaza del paro o una pareja que busca casa, pero también el duelo inconsolable de unos padres que pierden al hijo, una mujer que sufre maltrato o la compañía incómoda de la Muerte que sube al mismo autobús que nos ha tocado hoy. Nada deja de ser connatural a lo humano pero en las manos de Candeira el resultado nunca se deja prever. Si lo clasifican como raro es por algo y, como él mismo confiesa, es una clasificación en la que se siente cómodo -y, como escucharemos, bien acompañado-.
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