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La poesía del crimen

La poesía del crimen

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Recuerda que puedes mirar el video, darle clic al audio únicamente o leer. Espero que lo disfrutes y no olvides que siempre puedes hacerme llegar tus relatos. Me fascinará leerlos.Hay un arte sutil, casi invisible, en narrar lo violento sin convertirlo en un espectáculo vacío. Cuando el escritor se enfrenta a una escena de crimen, a menudo la tentación es dejarse arrastrar por la crudeza, por el golpe seco del cuchillo o el disparo atronador en mitad de la noche. Pero en ese filo de la navaja, hay un lugar donde la literatura puede crecer como una flor oscura: un rincón donde lo espeluznante se convierte en un poema de carne, huesos, últimos suspiros y, lo más importante, una aglomeración de lo más elemental del ser humano.En este episodio te muestro una pincelada sobre cómo abordar una escena del crimen sin perder de vista la estética intrínseca de tu pluma y con una perspectiva humana. Pss… Lo bueno de suscribirse es que no tendrás que buscarme, yo te encontraré sin duda en tu bandeja de entrada :)Capítulo I: La violencia como susurroAbro capítulo con una anécdota personal. Me encontraba escribiendo una escena especialmente difícil: el cuerpo de una mujer que yacía sobre el barro, en lo profundo de un denso bosque. Su silueta iluminada apenas por el reflejo de la luna en lo alto del cielo. Mi instinto inicial era describir la sangre, el horror, el pavor que pudo haber sentido. Pero en mi pecho, algo me pedía que no olvidara su humanidad.Pensé en su vida antes de ese instante. ¿Qué libros le habría gustado leer? ¿Qué canciones la hacían sonreír? De pronto, su cuerpo en la hojarasca dejó de ser solo un cadáver: era un poema no terminado. Sus dedos todavía conservaban un rastro de esmalte rosa, como si hubiera querido aferrarse a la belleza aún en su último aliento. Me descubrí describiendo su perfume en el aire, la textura de su cabello desordenado, la leve curva de sus labios como si estuviese dormitando.Esa noche aprendí que escribir sobre el crimen no es solo describir el fin, sino también el eco de una vida interrumpida.Como estudiante de Seguridad Pública, dentro de mis prácticas de criminología y perfilamiento criminal, me he visto sometida a un sinfín de escenas desgarradoras y por demás horribles, y entiendo cómo es que aquellas imágenes pueden trastornar la mente del observador. Es por ello que tengo mucho cuidado a la hora de escribir una escena violenta en donde la revelación de un cadáver resulta imprescindible, especialmente cuando se trata de una novela policíaca.Muchas veces los detalles forenses son necesarios, pero es importante reconocer que el lector no espera un detalle clínico ni una descripción técnica, solo quiere saber lo que le ha ocurrido a aquella víctima que, en su mente, observa recostada sobre una plancha.La clave no es presentársela como un cuerpo inerte, sino hacerlo desde la vida que le fue arrebatada. Desde sus últimos actos, desde sus recuerdos disparados en el último aliento, desde sus planes para la víspera de Navidad o el cariño de sus seres queridos. Entonces el lector no solo querrá conocer los cómos y por qués, se involucrará activamente en la resolución del quién. Se sentirá compenetrado con aquella persona que ha dejado de ser un cadáver en su mente, para convertirse en una necesidad de justicia.Capítulo II: Encontrar la belleza en la fragilidadA veces me pregunto si escribir escenas violentas es, en el fondo, un acto de compasión. Porque allí, en el centro mismo del crimen, hay algo que nos recuerda lo frágiles que somos: todos nosotros, caminando sobre el hilo fino de la existencia.En mi novela, Holly. Diario de una mujer caníbal, escribí la muerte de un joven a manos de Holly. Podría haberme limitado a narrarla como un hecho policial, describir los pormenores del asesinato, pero decidí mostrarlo desde su encuentro con la mujer que al final le arrancaría la vida. Caminando a un lado del camino junto a su bicicleta. Pese a que habría podido llegar más rápido a casa si se montaba en ella, decidió tomar un breve paseo para disfrutar de la brisa de aquella tarde de verano. Ese hecho es desgarrador, porque su deseo de disfrutar del ahora fue lo que lo llevó a encontrarse con su asesina. En esta escena, el joven conversa con Holly, le cuenta un poco sobre su vida familiar, sobre sus deseos de conseguir un trabajo en cuanto terminase la preparatoria, su intención de ayudar a su madre con los gastos de la casa y las obligaciones con sus hermanos pequeños.Hacer que sus últimos instantes sean un pequeño tributo de su corta existencia, de sus planes a futuro y lo valioso que era para sus familiares, hace que esta escena se sienta desgarradora y dulce a la vez. Nos muestra a una depredadora humana, y al mismo tiempo a un joven responsable con todo el deseo de superarse en la vida. Esta dicotomía hace que el lector sienta desprecio por la asesina, desde luego, pero también le muestra ...
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